El sistema forestal del Amazonas se encuentra en una encrucijada crítica que podría llevar a un colapso drástico, causando una alarma generalizada a nivel mundial. A lo largo de sus 65 millones de años de historia, los bosques amazónicos han mostrado una notable resistencia a los cambios climáticos. Sin embargo, la región ahora está bajo un estrés sin precedentes debido a factores como el aumento de las temperaturas, sequías severas, deforestación, y incendios en áreas remotas.
Los bucles de retroalimentación tradicionales en el ecosistema del bosque están siendo reemplazados por nuevos mecanismos que afectan su resistencia, generando preocupaciones sobre una transición crítica potencial. Investigadores han identificado cinco principales impulsores de estrés hídrico en los bosques amazónicos y han resaltado la posibilidad de que estos factores alcancen umbrales críticos que podrían desencadenar una cascada de eventos llevando a un colapso forestal generalizado a nivel local o regional.
Al analizar datos espaciales sobre diversas perturbaciones, investigadores han predicho que entre un 10% y un 47% de los bosques amazónicos podrían estar expuestos a factores estresantes compuestos para el 2050, potencialmente llevando a cambios inesperados en el ecosistema que podrían empeorar los patrones climáticos regionales. Basándose en el estudio de bosques perturbados en el Amazonas, se han identificado tres trayectorias plausibles, cada una involucrando diferentes mecanismos de retroalimentación afectados por condiciones ambientales.
La complejidad del sistema forestal del Amazonas añade incertidumbre a las futuras dinámicas, subrayando la necesidad de acciones para mantener su resistencia. Proteger el bosque amazónico en la era del Antropoceno requerirá una combinación de iniciativas locales para detener la deforestación y degradación, así como esfuerzos globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
El Amazonas, un sistema interconectado complejo que abarca especies, ecosistemas y culturas humanas, desempeña un papel vital en el bienestar de las personas en todo el mundo. Con más del 10% de la biodiversidad terrestre de la Tierra, el Amazonas almacena una cantidad sustancial de carbono, contribuyendo a la estabilidad climática global a través de su efecto de enfriamiento y generación de lluvias. El bosque también apoya actividades económicas en regiones que de otro modo serían estériles, como los humedales del Pantanal y la cuenca del río de La Plata.
Sin embargo, las proyecciones indican que grandes porciones del bosque amazónico están en riesgo de eventos de mortalidad masiva debido a perturbaciones relacionadas con el clima y el uso de la tierra en los próximos años. Esto podría agravar aún más el cambio climático a través de la liberación de retroalimentaciones de carbono en la atmósfera, lo que llevaría a una pérdida irreversible de biodiversidad y valores culturales.
El Amazonas es hogar de más de 40 millones de personas, incluidos 2.2 millones de individuos indígenas de más de 300 etnias, cuyos medios de vida y tradiciones están ligados a la salud del bosque. El colapso potencial del bosque amazónico representa una amenaza significativa para estas comunidades y sus valiosos sistemas de conocimiento que inspiran a las sociedades a nivel global.
Comprender el riesgo de un comportamiento catastrófico en el sistema forestal del Amazonas requiere abordar los factores complejos que moldean su resistencia. Los investigadores están explorando si un colapso a gran escala podría ocurrir dentro del siglo XXI, y, de ser así, qué punto de inflexión podría desencadenar tal evento. Al examinar registros paleo, datos observacionales y estudios de modelado, los investigadores esperan identificar umbrales y retroalimentaciones potenciales que podrían llevar al bosque del Amazonas hacia un punto de inflexión. Además, se está utilizando un marco inspirado en los límites