La Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en una herramienta poderosa en las campañas electorales, planteando importantes preocupaciones éticas sobre su uso. Con casi dos mil millones de personas participando en elecciones este año, países como Indonesia y Pakistán ya han demostrado cómo la IA está transformando el panorama electoral.
El surgimiento de la IA Generativa (IAG) ha allanado el camino para lo que se conocen como softfakes: imágenes, videos o clips de audio que son alterados para mejorar la imagen de un candidato político. Por ejemplo, en las elecciones presidenciales de Indonesia, el candidato ganador Prabowo Subianto utilizó la IAG para rebrandearse como «gemoy» o lindo y tierno, con el fin de atraer a los votantes más jóvenes y desechar las acusaciones de abusos a los derechos humanos.
Además, se han documentado el uso de deepfakes (medios visuales digitalmente alterados) y artículos escritos por IA bajo el nombre de un candidato en elecciones en el sur y sureste de Asia. Esta manipulación de la información crea una imagen falsa de los candidatos, no solo en términos de desinformación, sino también en formas que difuminan los límites éticos.
Han surgido llamados a directrices globales sobre el uso de la IA en las elecciones, con un enfoque en regular la IAG a través de los canales de comunicación. Aunque algunas empresas han implementado medidas como marcas de agua, las regulaciones siguen siendo voluntarias y vagas. Las llamadas telefónicas automáticas generadas por empresas de IA ya han buscado distorsionar la percepción pública, influenciando los resultados electorales y generando alarma entre los ciudadanos preocupados.
A medida que los políticos continúan explotando el potencial de la IAG para sus campañas, la necesidad de reglas concretas se vuelve más urgente. Los medios de comunicación, los generadores de contenido y las plataformas de redes sociales deben asumir la responsabilidad de monitorear y señalar los softfakes. Los organismos reguladores electorales deben mantener un ojo vigilante en las empresas que participan en el desarrollo de medios falsos, garantizando transparencia y responsabilidad en el proceso electoral.
Para abordar los desafíos planteados por la IA en las campañas electorales, los ciudadanos también juegan un papel crucial. Desarrollar habilidades de pensamiento crítico para identificar medios alterados y resistir el llamado emocional de los softfakes es esencial para salvaguardar los procesos democráticos.
A medida que el año avanza con numerosas elecciones en el horizonte, no se puede subestimar el impacto de la IA en la formación de la opinión pública y la influencia en el comportamiento de los votantes. Es imperativo que los interesados se unan para establecer directrices y estándares claros para prevenir que la IA manipule los resultados electorales y socave la integridad de las instituciones democráticas.