La investigación de pingüinos en la Antártida está en peligro debido al impacto devastador de la gripe aviar, lo que podría llevar a la cancelación de estudios cruciales sobre estos animales. Este acontecimiento representa un importante revés en los esfuerzos de investigación en la región, mientras los científicos se apresuran a garantizar la seguridad tanto de los animales como de los investigadores.
La alarma se activó por primera vez cuando se detectó un brote de gripe aviar, causado por la cepa del virus H5N1, en la región más amplia de la Antártida en octubre de 2023. Aves muertas, incluyendo págalos y gaviotas, dieron positivo al virus en los territorios subantárticos de Georgia del Sur y las islas Sandwich del Sur. Había crecientes preocupaciones entre la comunidad científica de que el virus pronto llegaría a la Antártida, poniendo en riesgo el frágil ecosistema.
Antonio Quesada del Corral, un microbiólogo que dirige el programa de investigación antártica español desde Madrid, expresó la gravedad de la situación. Esta amenaza sin precedentes ha obligado a los investigadores a reevaluar sus planes para la próxima temporada de verano en la Antártida, que generalmente se extiende desde octubre hasta finales de marzo. Se han tomado medidas de precaución, limitando estrictamente el acceso a colonias de animales solo a investigadores especializados en enfermedades infecciosas y virus.
El alcance de la interrupción causada por la gripe aviar va más allá de la cancelación de proyectos. Cerca de una docena de iniciativas de investigación se han visto afectadas, con la recolección de datos considerablemente obstaculizada. Los científicos no pudieron obtener información crucial de sensores colocados en colonias de animales, comprometiendo su capacidad de monitorear el comportamiento animal y los impactos ecológicos de manera efectiva.
Ansaldo, un ecólogo del Instituto Antártico Argentino, hizo eco de los sentimientos de Quesada del Corral, destacando los desafíos enfrentados por los investigadores debido al brote. Todas las actividades con contacto directo con animales fueron suspendidas ya que se observaron comportamientos anormales y un aumento en la mortalidad animal. Esto obstaculizó los estudios centrados en la reproducción, comportamiento y fisiología de aves y mamíferos.
Aunque el Programa Antártico de EE. UU. no se ve afectado por la gripe aviar, la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) reconoce los riesgos potenciales que futuros brotes podrían representar para los esfuerzos de investigación en curso. Con decisiones tomadas caso por caso, los investigadores están en alerta máxima para garantizar su seguridad y proteger la valiosa vida silvestre en la Antártida.
Un punto de inflexión significativo llegó en febrero cuando se detectó por primera vez el H5N1 en el continente antártico. Págalos muertos cerca de la estación de investigación Primavera de Argentina en la península antártica dieron positivo al virus, confirmando los peores temores de los científicos sobre la propagación e impacto de la gripe aviar en la región. Este descubrimiento provocó una expedición inmediata para recoger muestras y monitorear la extensión de la infección, asegurando que se tomen medidas proactivas para proteger tanto la vida silvestre como los investigadores.
El futuro sigue siendo incierto mientras los investigadores navegan por los desafíos planteados por la gripe aviar en la Antártida. Con un seguimiento riguroso y medidas preventivas en su lugar, la comunidad científica se mantiene vigilante en sus esfuerzos por preservar el frágil ecosistema y proteger a aquellos que trabajan en este inhóspito entorno. Sin embargo, la amenaza persiste, recordándonos el delicado equilibrio que existe entre explorar las maravillas de la Antártida y proteger su prístina naturaleza salvaje.